Hace algún tiempo, nuestra amiga japonesa Sachiko Terashima nos hizo llegar estas imágenes de la presentación de La novia de Cuba en Japón, escaneando y traduciendo lo que apareció en una revista japonesa de ese momento. Lo que me sigue conmoviendo de todo esto, es la lección que nos ha dado Sachiko de lo que puede ser el uso colaborativo de la tecnología, pues viviendo ella en Japón y yo en Los Coquitos, parecía que estábamos compartiendo un mismo espacio al mismo tiempo.
Copio y pego el post que en su momento publiqué en el blog Cine cubano, la pupila insomne. Trato de mantenerlo a mano, porque es uno de los que mejor describe el carácter transnacional de esto que llamo «el cuerpo audiovisual de la nación».
DESDE JAPÓN, CON AMOR
Hay trece horas de diferencia entre nosotros. Acá en Cuba (soy más preciso, en esta habitación ubicada en Camagüey, o más exacto aún, en Los Coquitos) son las dos de la tarde del sábado 26, mientras que allá en Japón ya es domingo 27, y Sachiko Terashima, nuestra amiga japonesa que hace mucho abrió un blog para hablar del cine cubano, trata de no dejarse amilanar por el sueño y la madrugada.
Y es que, a propósito del post que hace poco publicamos hablando de La novia de Cuba (Kyuba no koibito/ 1968), de Kazuo Kuroki, me había prometido enviar a la Enciclopedia Digital del Audiovisual Cubano (ENDAC) imágenes de una revista japonesa nombrada «ASAHI GRAFU», donde aparece un reportaje gráfico de la visita de la actriz cubana Obdulia Plasencia a ese país, con el fin de promover la cinta.
Al margen de las excelencias de las imágenes, donde puede apreciarse la impresionante fotogenia de Obdulia, lo que agradezco de esta colaboración es que pone una vez más de manifiesto la posibilidad de escribir una Historia del cine cubano que haga un uso creativo de todas estas tecnologías que tenemos en nuestras manos, sin importar el área geográfica donde nos encontremos, el horario, o los recursos tecnológicos. Ahora mismo yo no vivo en Los Coquitos, ni Sachiko en Japón, sino que los dos habitamos el ciberespacio, con todo lo que de nuevo y misterioso implica esa dimensión.
Comparto entonces las imágenes recibidas, sin retocarlas, así como los comentarios explicativos de nuestra colaboradora, también sin arreglos editoriales, justo porque lo que me interesa resaltar en este minuto es la naturalidad de ese gesto comunicativo que nos devuelve a los tiempos en que podíamos conversar del modo más informal, y en ese acto, producir conocimientos duraderos.
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