Me he acostumbrado a pensar en Ana López como una interlocutora permanente, alguien que siempre está allí (aunque no se entere que conversan con ella), o como una compañera de viaje que va compartiendo esas rutas del conocimiento hasta el momento inéditas. Y eso no es poco en un entorno donde no han faltado las ideas y los argumentos, pero sigue ausente el debate, que es al final lo que más interesa en la búsqueda de una verdad superior.
Ana López fue una de las primeras historiadoras (si no la primera), en hablar sobre la necesidad imperiosa de renovar nuestras maneras de narrar la historia del cine cubano. Fue en su ensayo 𝘏𝘪𝘴𝘵𝘰𝘳𝘪𝘢 𝘯𝘢𝘤𝘪𝘰𝘯𝘢𝘭, 𝘩𝘪𝘴𝘵𝘰𝘳𝘪𝘢 𝘵𝘳𝘢𝘴𝘯𝘢𝘤𝘪𝘰𝘯𝘢𝘭, publicado en 1998, donde escribió esta provocadora reflexión:
“Nuestros conocimientos del cine cubano sufren de los excesos de un enfoque no sólo nacional, sino estatista: la historia del cine del ICAIC -pensada así y no como cine nacional- tiene que ser reinventada. Y las fronteras del cine cubano también pueden ser abiertas a través de los viajeros, presencias constantes en la muy transnacional historia de todo el cine cubano, desde Gabriel Veyre que apareció en La Habana con los equipos Lumière y actualidades mexicanas, pasando por Juan Orol y sus rumberas, los especialistas importados en los primeros años del ICAIC para nutrir la poca experiencia de sus cineastas (desde Barbachano Ponce y Cesare Zavattini a Mikhail Kalatozov, Chris Marker y Joris Ivens), y los refugiados de las dictaduras militares de los años sesenta (Miguel Littin, Patricio Guzmán, etc).
(…)
La historia del cine cubano es una historia de viajeros y viajes que quiebra la insularidad de la isla y del ICAIC para seguir los pasos de los que llegaron, se fueron, regresaron, van y vienen” (1)
Había allí una clara invitación a revisar críticamente los cimientos de ese modo de contar el devenir del cine cubano que ha llegado hasta nosotros, donde suele ser dominante la relatoría cronológica asociada, sobre todo, a lo que se considera distintivo de lo nacional.
Así, Ana López preguntaba y respondía en otro de sus libros:
“¿Qué significa “hacer” historia del cine? Hace treinta o cuarenta años, significaba producir una crónica de datos, nombres, invenciones, directores y filmes vinculados –en términos generales- a alguna casualidad social. Por supuesto, no era posible incluir en ningún recuento todos los nombres y filmes, y se presumía que lo incluido era estéticamente valioso, merecía mencionarse o, al menos, sería significativo para algún avance ulterior. Estas historias canónicas del cine fijaban la escena de lo que se valoraba y, por tanto, de lo que se estudiaba y se hablaba. Por omisión, esas crónicas tempranas también eran exclusivistas. No se trataba necesariamente de malicia, sino del simple resultado de estar atado a la perspectiva del historiador individual y su universo (de facto) de conocimientos y expectativas” (2)
Para romper con lo anterior, la investigadora nos propone dejar a un lado el “mito prevaleciente de la insularidad cinematográfica y las historias de los logros y fracasos nacionales” (3), con el fin de aprehender las relaciones que siempre se han establecido entre las políticas estatales de cada país y el impacto de lo transnacional, que en el caso del cine latinoamericano, fue asumido desde un inicio como el interlocutor idóneo con la modernidad a la que se aspiraba en la región una vez que se inicia el siglo XX.
Esta labor de desmontaje epistémico, Ana López lo promueve desde el espacio académico, pero cuidando no quedar atrapada en el estatus de investigadora étnica (solo interesada en lo grupal), toda vez que, como hemos dicho, su mirada rebasa ampliamente el perímetro de “lo nacional”. Ello le facilita desplazarse a través de los diversos mapas nacionales que recorre la imagen en movimiento, que es la verdadera protagonista de todas sus pesquisas, apreciándola en sus diversas fases de producción, distribución, exhibición y consumo.
𝗝𝘂𝗮𝗻 𝗔𝗻𝘁𝗼𝗻𝗶𝗼 𝗚𝗮𝗿𝗰í𝗮 𝗕𝗼𝗿𝗿𝗲𝗿𝗼
𝗡𝗼𝘁𝗮𝘀
(1) Ana María López. Historia nacional, historia transnacional. En Horizontes del segundo siglo. Investigación y pedagogía del cine mexicano, latinoamericano y chicano. Universidad de Guadalajara, Instituto Mexicano de Cinematografía, 1998 (Editores: Julianne Burton-Carvajal, Patricia Torres, Ángel Miquel), pp 80-81
(2) Ana López. Hollywood, Nuestra América y los latinos. Ediciones UNIÓN, La Habana, Año 2012, p 7
(3) Ana López. Cruzando países y géneros: realizadores viajeros. En Hollywood, Nuestra América y los latinos. Ediciones UNIÓN, Año 2012, p 52
Foto: 𝘛𝘩𝘦 𝘎𝘪𝘳𝘭 𝘧𝘳𝘰𝘮 𝘏𝘢𝘷𝘢𝘯𝘢 (1930), de Ben Stoloff